Una nueva era económica tras el COVID-19

|

La pandemia del COVID-19 ha causado grandes estragos en todo el mundo. A día de hoy, existen indicios de que, gracias entre otras cosas a las vacunas desarrolladas, la pandemia puede tocar a su fin en un corto espacio de tiempo. El mundo despertará de esta pesadilla, pero las cosas no volverán a ser como eran antes de la misma, desde luego, desde el punto de vista económico. La pandemia llegó con el precedente de la Gran Recesión del 2008, en muchas características similar a la Gran Depresión del 29. Los bancos centrales, para luchar contra el potencial caos financiero que se podía crear, iniciaron una política de “anormalidad monetaria” que consistía principalmente en la bajada de tipos de interés hasta niveles cercanos al cero, y la inyección de liquidez (o impresión de dinero ficticio) al sistema.


La pandemia aceleró esta política. La Fed cambió su intento de volver a la normalidad monetaria y bajó súbitamente de nuevo los tipos de interés. Las inyecciones de liquidez se han intensificado. Los problemas monetarios tras la pandemia seguirán ahí. Una de las alternativas a esta situación es el bitcoin, que podría sustituir a las monedas hasta ahora en uso, si estas pierden su valor, por ejemplo, a través de la inflación. El bitcoin ha experimentado una subida espectacular en los últimos meses, corroborando esta posibilidad.


Las inyecciones de liquidez de los bancos centrales en esta pandemia no han llegado a los ciudadanos (salvo parcialmente en EE.UU.), por lo que la temida hiperinflación no ha aparecido. Sí se ha producido una inflación en los activos financieros (deuda y bolsa), pues las inyecciones de liquidez se realizan a través de los bancos, llegando a los mercados financieros y no a los consumidores.


El panorama tras la pandemia no tiene porqué ser blanco o negro. El bitcoin puede convivir con las monedas tradicionales y quizás el sistema financiero internacional logre regularizarse y volver a una normalidad monetaria. La economía productiva, por otro lado, ha dado muestras de gran adaptabilidad a la pandemia. El caos no se ha producido, incluso en momentos, por ejemplo, en que se vivieron cotizaciones negativas del precio del petróleo.


Los hábitos de los ciudadanos han cambiado y el desarrollo de las nuevas tecnologías se ha potenciado. Las cadenas de distribución, siempre hablando del mundo desarrollado, han funcionado, y se han adaptado a la nueva situación. Muchos trabajadores han optado por el teletrabajo, y estas nuevas formas de trabajo pueden haber llegado para quedarse.


El estado también ha tenido un papel fundamental, acudiendo a la ayuda de muchos ciudadanos, a través de subsidios temporales de desempleo y otras ayudas. Esta actuación del estado nos devuelve a la discusión sobre la situación monetaria, ya que estos estados amanecerán tras la pandemia con incrementos espectaculares de deuda, que de momento son sólo sostenibles gracias a la política monetaria de los bancos centrales. La economía productiva ha resistido, pero la situación financiera del mundo presenta síntomas de gran preocupación. La deuda global es la más elevada de la historia.


Pero la deuda tiene una doble cara. El que debe dinero, se lo debe a alguien. Podríamos decir que la deuda neta mundial siempre es cero. Quiere esto decir que, finalmente, lo más probable, es que los deudores quizás no puedan hacer frente a sus deudas y que se podrían producir quitas de deudas, como está ocurriendo en Argentina.


Pero las quitas de deuda no son bienvenidas por los acreedores y, además, cuando afectan a los depósitos bancarios, son inviables, pues pueden generar corralitos que lleven al caos financiero.

Existe un amplio consenso de que la Gran Depresión del 29, a pesar de las políticas del New Deal de Roosevelt, condujo ala Segunda Guerra Mundial, que significó romper la baraja y empezar de cero.


La economía mundial ha dado muestras durante esta pandemia de que tiene una gran capacidad de adaptación y que, a pesar de su complejidad, o quizás gracias a ésta, posee la suficiente flexibilidad como para hacer frente a situaciones complicadas. La economía productiva está fuera de ninguna sospecha en cuanto a su fortaleza, las grandes multinacionales manejan escenarios complejos con gran habilidad y las nuevas tecnologías dan fe de ello.


Resta saber cómo reaccionara el sistema financiero. Una vuelta a la normalidad monetaria es posible gradualmente. Nuevas monedas como el bitcoin pueden convivir con las antiguas. Quitas parciales de deuda son viables dadas las circunstancias. El sistema puede adaptarse a la nueva realidad de manera gradual. Incluso si esto es así, sin duda, habrá perdedores y ganadores de esta crisis, en función de la situación particular previa a la pandemia y a la capacidad de reacción que se tenga durante la misma.


Aquellos que hayan aumentado sus deudas durante la misma (como por ejemplo los estados), amanecerán con esas deudas difíciles de pagar. Aquellos estados que se hayan preparado económicamente durante la misma, por ejemplo, a través de la correcta utilización de fondos de reconstrucción, estarán en buena posición para afrontar el mundo post-pandemia. La pandemia del COVID-19 ha significado una revolución económica, un cambio brusco en el ámbito financiero y económico, sólo cuando ésta pase veremos exactamente como han quedado las cosas y cómo evolucionarán.


 https://verdadeconomica.com/

Comentarios