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Experto aboga por la educación digital para prevenir adicciones tecnológicas

La educación digital por parte de padres y profesores y regular un horario de uso de los dispositivos móviles son fundamentales para prevenir comportamientos como el síndrome FOMO (Fear Of Missing Out) o temor a perderse algo en las redes sociales, según ha detallado a Efe el experto en tecnologías Fernando Checa García.Este profesor especializado en redes sociales en el Máster en Marketing Digital de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), ha reconocido que empieza a ser "preocupante" cómo afecta este síndrome a los adolescentes, aunque también se produce entre la población adulta. El FOMO genera una sensación de "ansiedad permanente" y provoca un comportamiento "compulsivo" de los afectados cuando no pueden utilizar sus dispositivos móviles, porque creen que se han perdido alguna notificación de sus contactos en las redes sociales.Además de dedicar un tiempo "excesivo" a comprobar las actualizaciones en sus aparatos, sufren "una distorsión de la realidad", porque no perciben el mundo como es, ya que solo se quedan con la parte "más atractiva" que se muestra a través de las redes, que solo refleja "una pequeña parte de la realidad". Estos comportamientos pueden llegar a provocar "aislamiento social y falta de comunicación" entre aquellos que están "permanentemente pendientes" de su teléfono móvil, quienes también pueden perder la conexión con su entorno familiar.En el caso de los más jóvenes, el FOMO puede ocasionar desinterés por los estudios, falta de sueño y dificultad para concentrarse. Este experto ha detallado que se detectó este síndrome en el año 2013, cuando se empezó a plantear como una "adicción" tecnológica, que es una conducta se produce en casos en los que las personas hacen una utilización permanente de sus dispositivos móviles.Checa García cree que "la exposición permanente de la intimidad y la falta de privacidad personal al contar todo a través de las redes sociales puede conllevar una pérdida de la libertad, al estar permanente atado a un dispositivo y sus notificaciones". Así, ha constatado que en la actualidad es ya muy "frecuente" que algunos adolescentes no puedan pasar "ni un solo día" sin consultar sus redes sociales.Este profesor de UNIR ha recordado que la caída de Instagram, Facebook y WhatsApp que se produjo a nivel mundial en octubre pasado empujó a sus usuarios a Twitter para calmar su "ansiedad". Ha indicado que, en restaurantes u otros lugares públicos, se puede ver a niños de apenas 4 años enganchados a la pantalla sin interactuar socialmente con otras personas, porque las tabletas y otros aparatos se han convertido casi "en el sonajero" y muchos padres los utilizan como "válvula de escape".Además, ha asegurado que muchos niños españoles reciben su primer teléfono móvil con apenas 10 años, por lo que sus padres deberían regular desde el inicio las normas y horario de uso de este dispositivo. En este sentido, ha recalcado que los menores no pueden usar las redes sociales antes de los 14 años, pero ha lamentado que "los filtros para su utilización son mínimos y muchos menores se saltan esos límites para acceder a aplicaciones como Tik Tok".Este experto cree que puede ser complicado no saber gestionar, por parte de una mente joven en proceso de formación, esa generación de endorfinas que se experimenta cuando otro usuario da a "me gusta" o escribe un comentario en su publicación.Por ello, también ha rechazado que los adolescentes "duerman" con el teléfono en su habitación, porque interfiere en su momento de "desconexión y descanso" y les quita horas de sueño. "Si un chico de 15 años lleva desde los 10 usando el teléfono durante muchas horas, de la noche a la mañana va a ser prácticamente imposible quitárselo, por lo que es muy necesaria la comunicación previa por parte de los padres y la concienciación social de que el uso excesivo de estos aparatos se puede llegar a convertir en un problema serio que requiera tratarse en consulta por un profesional", ha reflexionado.A su juicio, no se trata de prohibir, y aunque suene muy "naif", los padres tienen que comunicarse con sus hijos y demostrarles que conocen el entorno tecnológico en el que se mueven.