Reconstrucción y Concordia

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Sin lugar a dudas, el mundo vive cambios, transformaciones profundas en los sistemas de relación económica, social y cultural impulsadas por la pandemia del Covid19, un virus que no sólo ha venido a sacudir los pilares de las democracias y sociedades del mundo, poniéndonos contra las cuerdas en muchos aspectos.  Hoy, cuando la primera ola de la pandemia parece quedarse atrás, la necesaria pero tal vez apresurada desescalada europea viene a presentarnos un escenario que a corto o medio plazo volverá a traer una segunda ola de contagios que podría situarnos de nuevo ante un escenario de tensión política, económica y social de difícil encaje para países como España. No por menos, los últimos datos arrojados por el FMI vienen a situar a nuestro país como el más dañado de las economías desarrolladas europeas tras el Covid19, con una caída del PIB superior al 12% que vendrá a arrojar su cara más dura a partir del último trimestre de 2020, cuando las ayudas sociales y a las empresas destinadas por el gobierno de España finalicen y la parálisis de la economía nacional arroje un cierre de año con una fuerte caída de la facturación.


Hoy, vivimos así tiempos de incertidumbre y miedos en una sociedad que se enfrenta a una crisis global sin la seguridad del control sobre un enemigo invisible que acecha a nuestro modo de vida y a nuestra economía, situándonos ante uno de los mayores retos que como país hemos tenido por delante en los últimos años. Por un lado, el del replanteamiento de nuestro modelo productivo y económico de excesiva dependencia industria hoy hacía el exterior y por otro el de la búsqueda de consensos políticos, sociales y económicos para la construcción de un pacto de estado plural, heterogéneo y del interés general a favor del marco de concordia que debe inspirar el progreso de la nación.


Pero ante tamaña gesta, afloran las grandes debilidades de un país, el nuestro, que parece anclado en el concepto machadiano de las dos Españas, esas que hoy lejos de buscar el diálogo, el consenso y los puntos de confluencia, se embisten una contra otra en la búsqueda de las diferencias radicales que las separan .No toca hoy, poner de relieve colores o banderas, o imposición de estrategias impostadas de mandamientos inquebrantables en pos de la pureza de sangre partidista o de clase. Hoy, por el contrario, toca estar a la altura de un tiempo, de un momento y de una historia que definirá en el futuro a quienes estuvieron a la altura de este desafío.   


Toca hoy y no mañana fijar por ello un gran acuerdo que en materia de educación, sanidad, innovación, reindustrialización, impulso empresarial, fomento del emprendimiento  o sostenibilidad entre otros ámbitos, permitan a España enfrentarse a este nuevo tiempo con las mayores garantías de éxito y solvencia.


Así, y si bien, la conceptualización optimista del mundo de quien escribe esta tribuna le llevaría a tener esperanza en el plasmación de este acuerdo tan sumamente necesario, la realidad insoslayable de los discursos de tribuna callejera y de macarrismo de la política nacional aleja al menos hoy esos necesarios conceptos de concordia y reconstrucción de la agenda de gran parte de los partidos políticos. Se prima hoy, la búsqueda del voto desde el enfrentamiento y la diferencia, la captación de forofos radicalizados desde el dolor de los ataúdes o la política de trincheras de colores sin posibilidad de acuerdos.  Divisiones que hoy incluso parecen trasladarse desde la política a la sociedad civil, en la generación de fronteras que lejos de unir desunen.


Hoy, en definitiva, toca exigir el acuerdo entre diferentes, el encuentro entre adversarios y la renuncia a los interés particulares máximos para favorecer el consenso en los puntos de acuerdo. En ello, nos va no sólo el presente sino el futuro de las generaciones que nos precedan, esas que observaran las decisiones del presente. Y es que, no olvidemos que a este reto estamos llamadas todas las personas que formamos parte de este país ,plural en identidades y rico en la suma de las diferencias en el que el cambio empieza en nuestros cinco metros cuadros, esos en los que debemos buscar y exigir el acuerdo, la concordia y la reconstrucción. 

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