El milagro de la formación online

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Y de repente todo el mundo adora la formación online. Incluso aquellos que en sus mensajes comerciales se mostraban en contra o las propias agencias de calidad universitaria que durante años han limitado el lanzamiento de programas online.


En las últimas fechas hemos visto como se han tenido que cerrar colegios, universidades, institutos, escuelas de negocios, academias y, en general, toda la actividad educativa. La respuesta de muchas de las instituciones educativas ha sido la poner a sus profesores a realizar formación a través de video conferencia. He podido comprobar como centros de yoga están realizando sesiones online o como universidades enteras, especialmente privadas, utilizan la teleformación para poder enfrentar la situación que les ha sobrevenido.


Todo este tipo de iniciativas son dignas de aplauso.  No seré yo quien las critique y menos cuando llevo prácticamente 20 años viviendo de la educación online. Pero es importante ser realista,  estas medidas son, en gran medida, solo un apaño, una ñapa que puede servir de forma temporal pero que no es sostenible.


De la noche a la mañana no se puede transformar un programa presencial en programa online. El diseño y la planificación educativa requiere tiempo tanto en modalidad presencial como en modalidad online, y por desgracia, lo previsto para una modalidad no es aplicable para otra.  Imagen a esos alumnos de universidad que ya sufren con el típico “profesor teórico” en el aula ahora teniendo que aguantarle en una video conferencia de 60 minutos. Imagen a ese profesor dinámico, que gusta de proponer ejercicios, de fomentar el debate y de estimular a sus estudiantes, sentado, en soledad, en su despacho o en su casa, hablando el solo ante una webcam sin tener del todo claro quien esta o quien no está al otro lado escuchando y sin feedback de si su mensaje esta llegado.


Implementar formación online requiere de profesores con una formación específica en el uso de tecnologías educativas virtuales y en la impartición de video clases. Además, estos deben contar con contenidos educativos adaptados a estas tecnologías y planificación de actividades de evaluación continua y participación de estudiantes en formato no presencial. Además, la formación online requiere de un equipo de asesores o administrativos que puedan dar seguimiento a las incidencias que los alumnos puedan plantear ya que, a diferencia de en la formación presencial, el alumno online estudia solo y de forma autónoma, por lo que es necesario facilitar canales de comunicación entre la institución educativa y los alumnos. También será necesario contar con un plan para la realización de los exámenes finales si estos no se pueden realizar de forma presencial así como la vigilancia de estos. Y por supuesto los estudiantes deben ser conocedores de los recursos que necesitan, contar con medios y espacios adaptados, así como del tipo de esfuerzo que el estudio les va a suponer.


Por tanto, pasar de un modelo de formación presencial a un modelo de formación online no parece que pueda hacerse en día. Es por ello que los planes de contingencia que se han tomado en centros educativos bien valen para salir del paso y dar sensación de continuidad, pero, de ninguna forma son sostenibles mas allá de 2-3 semanas. Confío en que esta situación se supere pronto pero, de no ser así, se deberán valorar otras medidas en el sector educativo y los estudiantes deberán valorar que decisiones tomar para su futuro.


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