El compliance frente al desvirtuado valor humano en la cultura empresarial

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En la era del avance social y tecnológico, del progreso y superación de tabús, nos encontramos ante un panorama devastador de supervivencia social, medioambiental y humana.  Gracias a la tecnología, globalización y libertad de medios, alcanzamos a ver el mundo desde una visión 360 grados, lo que nos permite detectar los principales problemas mundiales o, ¿tal vez deberíamos decir el principal problema mundial? Y es que, bajo mi humilde opinión, únicamente existe un problema o, mejor dicho, un gran problema: la desvirtuación del ser humano.



Después de casi dos décadas del comienzo del Siglo más revolucionario, nos encontramos ante una crisis mundial de moral y de valores humanos, viéndose como la valoración de lo insignificantegana posiciones a la valoración de la ética y deontología, donde cada vez más está en alza las profesiones dedicadas al coaching, superación, terapia emocional y todas aquellas ramas relacionadas con la oportunidad de encontrarse consigo mismo y el raciocinio. Para nuestras generaciones pasadas sería muy difícil asimilar la situación que estamos viviendo hoy en día y es que, a pesar de contar con todas las comodidades posibles a nuestro alcance, ¡incluso a un click!, nos sentimos insatisfechos, vacíos e inconformes con nuestras vidas, ganando treinta mil euros al mes o quinientos euros, da igual. El motivo de la insatisfacción continua en la que se encuentra el ser humano es debido a que le da un valor incalculable a algo que, sin acabar de escribir estas líneas, ha pasado a no tener valor. Este bucle de la sobrevaloración del desvalor no hace sino potenciar la diferencia de clases, las diferencias entre países, el enriquecimiento acelerado de unos frente al acelerado empobrecimiento de otros.



Y es que, si no valoramos la importancia de la esencia del ser humano, ¿cómo vamos a valorar el medio ambiente? ¿los avances médicos? ¿tomar un café con un amigo al terminar la jornada de trabajo? ¿a disfrutar de los momentos apasionantes? La era tecnológica ha calado más de la cuenta en el ser humano, convirtiéndolo en el “robot con sangre bajo la piel”, sin sentimientos, ni moral, ni ética, ni sensibilidad…sin los valores que lo hacen rico y único. A la fecha, cualquier animal que se encuentra con nosotros nos enseña más de convivencia y riqueza social de lo que nosotros podemos enseñar a nuestros hijos, y es por este motivo que los padres nos preguntamos ¿qué futuro estamos dejando a nuestras nuevas generaciones? en verdad, ¿podemos hablar de futuro? Esta es una preocupación real.



Ya hemos dado alguna pincelada al medio ambiente, animales, tecnología, ahora debemos profundizar también en otro elemento activo, muy activo, en nuestra sociedad: las empresas.


El mundo empresarial, este del que todo el mundo habla, el eje rector de la economía mundial (cuanto “mundo” para referirnos a diferentes mundos y eso que solo hay uno) Si hablamos del mundo empresarial, las opiniones pueden agruparse desde dos puntos de vista: los que piensan “son la esencia del sistema capitalista, los titiriteros del poder, los explotadores de sus empleados” y los que piensan “son las generadoras de riqueza, quienes negocian con el poder para expandir su negocio e incrementar puestos de trabajo” Y cuando hay opinión y debate es porque importa, porque es un tema que afecta, porque sean la cuna del capitalismo o el origen de riqueza, la sociedad depende de de las empresas y sin ellas, para bien o para mal, no hay economía. Llegado a un mismo punto partiendo de dos visiones diferentes (que raro es esto en nuestros días), separándote un poco de la realidad “poli bueno, poli malo”, te paras a pensar detenidamente desde una perspectiva humana y es cuando ves la esencia del problema. Quien decide abrir su empresa lo hace con un único fin: ganar dinero, de lo contrario montaría una asociación sin ánimo de lucro, ahora bien, ¿ganar dinero justifica la desvirtuación de tu activo más valioso? ¿el fin justifica los medios? Oh oh…¡creo que hemos encontrado el problema!


Debemos de tener en cuenta que en la actualidad disponemos de un derecho reconocido, la libertad de expresión, que lleva a debates ricos con aportaciones valiosas, pero en ocasiones nos extralimitamos llevando a debate algo que no es debatible como la licitud de ganar dinero a través de una empresa.Esto no quiere decir que el origen lícito de la actividad permita limitar, vulnerar o menospreciar los derechos humanos, los derechos del trabajador o los derechos medioambientales para conseguirlos. Es decir, una cosa es ganar dinero lícitamente respetando la ética y la ley y otra ganar dinero lícitamente vulnerando la ética y la ley. 



Algo de verdad hay en las dos percepciones de la empresa y los empresarios. No sirve catalogar a todos los empresarios como santos o como abusones, pero de los dos tipos los hay. Pero, ¿cuál es el empresario que más influencia tiene en el mercado?



Vamos a adentrarnos en el mundo corporativo. Bajo mi punto de vista es apasionante, en continua evolución, exigente y sorprendente. Engancha, y engancha porque requiere de tu esfuerzo y superación permanente, no te permite descanso, si quieres llegar a la cima no descanses, tu descanso es el éxito de la competencia. Requiere de inversión y renovación, de actualización formativa y tecnológica. La economía no para porque necesites comer o dormir. Un equipo humano puede llevarte al éxito o al fracaso, todo depende de tu inversión económica, de tu inversión de I+D+I, de tu inversión en el activo humano. Y en esto se resume todo, en el activo humano. Las empresas son “un papel” cuyo contenido lo desarrollan seres humanos, por lo tanto, las empresas ni delinquen, ni dañan el medio ambiente, ni cometen delitos contra trabajadores, ni espían, ni atentan contra los derechos humanos, ni trafican, ni, ni, ni…son las personas, a través de las empresas, las que se escudan en la comisión de actuaciones reprochables, primero socialmente, segundo legalmente, pero el tercero y el más importante, moralmente. No hay que ser muy inteligente para llegar a esa conclusión, pero ¿por qué hemos comenzado a oír una palabreja un tanto rara? Como era…¿compliance? ¿qué es eso de la responsabilidad penal de la empresa si hemos dicho que una empresa no puede cometer delitos? No nos apresuremos, poco a poco.



Vamos a empezar por el final. Es verdad, una empresa no puede cometer delitos, por lo que no puede tener consecuencias penales de ningún tipo. Bueno, esta afirmación sería antes de 2010, año en que se reformó el Código Penal para que esto cambiase. Entonces, ¿ponemos esposas a las escrituras de la empresa y las llevamos a la cárcel? Creo que no, no llegamos a ese extremo. Antes de 2010 (ahora también, pero menos) muchas personas en su afán de conseguir dinero con unas actividades no muy “sanas” constituían sociedades con el único fin de utilizarlas como parapeto y, en caso de que su actividad quedase al descubierto, su riqueza no pudiese verse minorizada ya que la condena recaería sobre la persona, pero la empresa no tendría responsabilidad alguna. De aquí lo que popularmente se decía (y aún se sigue diciendo en algunas ocasiones): “¿pero va a devolver lo que ha robado? De qué sirve meterlo en la cárcel si cuando salga el dinero le va a estar esperando”



En 2010 se introdujo la debatida responsabilidad penal de la empresa (no vamos a entrar a profundizar jurídicamente) que en resumen es lo siguiente: si cometes un delito a través de una empresa y esta obtiene algún beneficio, respondes tú empresario como persona y tu empresa (con el cierre, multa económica, devolución de beneficios…) ahora bien, si tú empresario no cometes un delito pero cualquiera de tus empleados lo cometen o un tercero, generando para tu empresa algún beneficio económico y tú empresario no has hecho nada para prevenirlo, también respondes tú y la empresa. ¿Qué quiere decir este trabalenguas? Muy sencillo: si no culturizas a tu empresa y la educas para no cometer delitos, en caso de obtener beneficio para tu empresa por la comisión de un delito, ésta puede responder penalmente.



¿De verdad que estamos hablando de educar un papel? Sí y no. La ley siempre va por detrás de la persona y su evolución y últimamente estamos viendo cómo le está resultando difícil regular ciertos temas, por ser abstractos o por tocar varias jurisdicciones. Lo cierto es que la culturización de cumplimiento (hablemos en castellano) de la empresa es algo asentado y del siglo pasado en la cultura anglosajona, quien decidió adoptar medidas de respeto dentro de las organizaciones cuando se desató el boom económico. En los países latinos lo del cumplimiento normativo, compromiso “y esas cosas” no lo vemos necesario y por ello cuesta que la ética llegue a las empresas españolas, pero cada vez más es el interés que se muestra en el nuevo reto del sector corporativo de nuestro país (en parte, por la llegada de fondos anglosajones a nuestras empresas)


La realidad era la siguiente: desde la clase obrera se concebía al empresario como un ser dictatorial de decisiones abusivas con el propósito de hacerse rico costase lo que costase con consecuencias mínimas. Esta devaluación del mercado económico viene porque ha pasado a ocupar un lugar insignificante frente a “don dinero”. Razón tiene la clase obrera para adoptar ese punto de vista, y esto es lo que el compliance quiere prevenir. Cuando hablamos de cumplimiento normativo es porque el compliance consiste en hacer cumplir las normas a la organización, pero también consiste en educarla para tratar bien a sus empleados mediante códigos éticos. Pero, ¿y qué tiene que ver todo esto con la responsabilidad penal de la empresa? 



El Código Penal insta al empresario a educar su empresa porque, en caso de cometer algún delito dentro del desarrollo de su actividad (el riesgo nunca es cero) si se han adoptado medidas de cumplimiento y se ha generado esa culturización de respeto,su escenario sería totalmente diferente: la condena para la empresa sería menor o incluso, se le eximiría de responsabilidad.


Que me quede claro: si la empresa respeta a la ley y a su equipo, lo llevan a término y por algún motivo se cometiese un ilícito, ¿puede ser que no pase nada o su consecuencia puede ser menor? Pues sí, eso es compliance o cultura de cumplimiento normativo. Aquí es donde quería llegar. En ocasiones hemos tenido que hacer frente a una realidad desagradable presentada en el entorno empresarial, ese empresario sin valores que desvirtuaba a sus trabajadores, a la competencia con tal de conseguir dinero. Pero también había otra realidad empresarial presentada por los empresarios comprometidos con sus empleados, que escuchaban sus problemas y formaban sus carencias, que no discriminaban por ser hombre o mujer, de color o no, de una u otra religión, sino que valoraban y potenciaban sus virtudes para conseguir su correspondiente recompensa. Y algo bueno han debido de hacer frente a “los otros empresarios” ya que están irradiando sus políticas de respeto a las empresas que hoy concurren en el mercado.El éxito de una empresa comienza por valorar e invertir en su mayor activo: las personas.



Actualmente nos encontramos un entorno cambiante dentro de las empresas. Nos hemos dado cuenta de que dar una buena imagen o ganarte el respeto y admiración de la competencia no es cuestión de dinero o poder, sino de ser un ente fuerte y esto se consigue si todo el equipo humano rema en la misma dirección. Estas ya no son solo palabras que se lleva el viento, sino cada vez es más común verlo en la práctica. Hemos descubierto que, si nos escuchamos y apoyamos, si nos respetamos, podemos defender los intereses de una empresa del siglo XXI, una empresa con valores sociales y humanos. Aún existen empresarios que se niegan a invertir en formación de los empleados porque “luego se van y montan su empresa enfrente” pero también nos encontramos ante empresarios que no quieren invertir en tecnología porque con el “papel y boli les va muy bien” Con esto quiero decir que no cabe duda de que la inversión en tecnología es fundamental para el progreso de la empresa, pero tampoco cabe duda de que la inversión en formación es invertir en riqueza para tu empresa. El conocimiento renovado aporta valor a tu producto, aporta valor a tus empleados, se sienten apoyados y valorados, porque de eso se trata, de aportarnos valor. 



¿Qué implica la aportación de valor mutua? Que el empleado no se quiera ir porque se siente contento desempeñando sus funciones dentro de la empresa, se sienta estimado por el empresario, se sienta con determinación para continuar creciendo dentro de la empresa y defendiendo su trabajo; que la empresa cuente con un equipo fuerte frente a la competencia; que el feed back de necesidades e ideas sea mutua; se genere un ambiente positivo de trabajo que invite a la iniciativa para la toma de decisiones; en definitiva, una empresa que otorga valor a lo humano, genera valor económico y reputacional, porque aunque vivimos en un entorno deshumanizado donde las personas no tienen su sitio, es su naturaleza la que en uno u otro momento, directa o indirectamente, la sitúa en su sitio, en el centro de la empresa, en el centro de la economía, en el centro del mercado global que existe actualmente. Porque no puede haber empresas sin personas, pero sí personas sin empresas.A pesar de vivir en un mundo de revolución continua, de avances tecnológicos y sociales, no dejamos en el olvido algo tan humano como es la ética y la búsqueda interior y es que, en el fondo, sabemos que somos necesarios, sabemos que tenemos un valor incalculable, pero dentro de un mundo de bombardeo publicitario y rico en regenerar necesidades donde no las hay, donde captan toda nuestra atención, debemos pararnos a pensar, recapacitar y trasmitir: realmente no hay varios mundos, solo hay uno en el que conviven las personas y crean elementos para poder explotarlo desde diferentes terrenos, porque el valor de la persona recae en la capacidad de detectar el valor potencial de lo moral y de lo material y generar la herramienta necesaria para conseguir un mayor bienestar personal y social.


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